David del Bosque | Psicólogo
Muchas personas que buscan ayuda para perder peso en verano no lo hacen tanto por motivos de salud como por buscar una imagen corporal...
Muchas personas que buscan ayuda para perder peso en verano no lo hacen tanto por motivos de salud como por buscar una imagen corporal que la sociedad y los medios de comunicación parecen demandar como ideal. Una consecuencia de esto es que muchas mujeres con un índice de masa corporal (IMC) adecuado, es decir que están en su peso correcto, traten de forma imperiosa de perder peso sobre todo cuando se acerca el buen tiempo. Un IMC de 25, que es en términos sanitarios sinónimo de salud, no es considerado en el área estética como un índice “adecuado”.
En la actualidad se han puesto de moda muchas dietas que ofrecen pérdidas de peso muy superiores a las que nuestro cuerpo puede aceptar, lo que hace que sean ineficaces a largo plazo. Con estas dietas “milagrosas”, tan en boga en verano, el 95% de las personas que pierden peso lo recuperan entre uno y cinco años más tarde. Las expectativas de pérdida de peso, cuando llega el buen tiempo, suelen ser expectativas irreales al buscar perder mucho peso en poco tiempo y manteniendo dicha pérdida. El verano suele ser además sinónimo de vacaciones, con cambios de hábitos en el comer y el beber.
El cambio de unas expectativas irreales de pérdida de peso por otras más saludables suele generar decepción en un primer momento. Parece un “jarro de agua fría” que los profesionales sanitarios vertemos sobre el paciente ilusionado y “motivado” por llegar a lo que él o ella consideran su peso e imagen ideal. Detrás de esta decepción se encuentra el trabajo primordial entre psicólogo y paciente de aceptar el propio cuerpo, que no es resignarse a que la persona se vea gorda. Se trata de promover el cambio en aquellas áreas de su vida que contribuirán a perder peso de forma saludable, sostenida y permanente. Cambios en su forma de alimentarse, en la cesta de la compra, en la práctica de deporte o en su regulación emocional.
También en verano, el foco se pone en los cambios de hábitos de vida y no tanto en el peso que se pierde de forma inminente. El peso no se controla de forma directa y obsesiva por muy motivado que esté uno por bajar de peso cuando llega el buen tiempo. Los cambios paulatinos que introduce en su vida para fomentar una alimentación saludable sí lo son.