En muchas ocasiones no hallamos frente a personas que, una vez operadas y ser conscientes de que no deben comerlos, tienen una apetencia irresistible por los alimentos dulces. La falta de control de este problema puede ser un handicap para alcanzar los objetivos de pérdida de peso establecidos previos a la cirugía y con ello provocar descontento, culpabilidad y merma de la autoestima. Es posible que detrás de estas ganas irrefrenables para la ingesta de dulces existan causas orgánicas. Vamos a resumir las posibles causas involucradas para este estímulo.
Causas por la apetencia de alimentos dulces
1.- Descenso del nivel de glucosa en la sangre
El descenso de la glucemia se debe a la restricción de la ingesta relacionada con la técnica quirúrgica realizada. Limitada la ingesta las personas intervenidas solo pueden comer cantidades de alimentos pequeñas y en muchas ocasiones refieren incluso sensación de mareos o falta de energía, que es debida al descenso en los niveles de glucosa en la sangre, lo que provocará que el cerebro envíe rápidamente una señal al cuerpo indicándole que necesita reponer energía, siendo el azúcar, como alimento emblemático y que mayor cantidad de glucosa aporta a nuestro cuerpo, la mejor elección. Además es fácilmente ingerible, requiere una pequeña cantidad de ingesta para conseguir el efecto deseado La glucosa y tiene una alta palatabilidad.
2.- Ante situaciones de estrés y ansiedad
Ante situaciones de estrés nuestro cerebro comienza aumenta los niveles de cortisol, una hormona que actúa como neurotransmisor en nuestro cerebro. Considerada como la hormona del estrés, tiene como objetivo aumentar el nivel de azúcar en sangre, de ahí la necesidad del consumo de dulces. A corto plazo esta hormona es la encargada de destruir los músculos, principal fuente desato energético de nuestro organismo por lo que a largo plazo tiene efectos en el metabolismo con la acumulación de grasas.
3.- La ingesta de dulce como parte de la alimentación por placer
Una de las actividades que nos resultan placenteras es comer nuestros alimentos preferidos y con aspectos relacionados con la gula o el hedonismo. Los alimentos que contienen hidratos de carbono simples, como por ejemplo el azúcar, por su alta palatabilidad propicia que nuestro cerebro libere dopamina, la llamada hormona de la felicidad.
Ante situaciones de ansiedad necesitamos consumir un tipo de alimento que provoque en nosotros la liberación de dopamina y por lo tanto mejore nuestro estado de ánimo. Lo que ocurre es que el efecto placentero producido por el consumo de azúcar es muy corto, por lo que sentiremos rápidamente la necesidad de volver a comer alimentos azucarados para aumentar la dopamina creando un círculo vicioso del cual cada vez es más difícil salir.
4.- Dietas muy estrictas
Las personas que se someten a dietas muy estrictas, lo más frecuente es que abandonen de los hidratos de carbono. Sin embargo, esto puede provocar que acaben teniendo más necesidad de comer carbohidratos de las que tenían antes de inicia la dieta, siendo los carbohidratos simples como el azúcar y las harinas refinadas los alimentos elegidos por su agradable sabor.
5.- Aburrimiento extremo
Distintos estudios apuntan que la tristeza o el aburrimiento condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. La ingesta de alimentos puede utilizarse como un método de “medicación”, en respuesta a los estados emocionales negativos, como la depresión, la ansiedad, la soledad, el aburrimiento, el enojo y los conflictos interpersonales. Llenando los vacíos emocionales momentáneos con algún alimento, que generan placer como los dulces o el azúcar.