Cuando estamos estresados comemos de forma más compulsiva y nos concedemos más 'caprichos'
Alrededor del chocolate y de sus efectos sobre nuestro organismo hay bastantes mitos y creencias: ¿Crea adicción? ¿Puede ayudar a reducir el estrés? Así que hay que ser cauto a la hora de relacionar
el chocolate con la salud. porque la mayoría del chocolate que se consume no es cacao puro, sino que “contiene otras sustancias cuyos efectos sobre la salud podrían no ser buenos” además tiene un con- tenido energético elevado; dependiendo del tipo de chocolate, los valores oscilan en torno a las 400 y 500 kcal por cada 100 gramos”
Qué alimento es adictivo para ti? ¿El chocolate, las patatas fritas, las galletas saladas? En realidad la ciencia no reconoce la presencia de alimentos adictivos, y tampoco que exista la “adicción a la comida”.
En lenguaje coloquial usamos términos como el de la “adicción” cuando hablamos de determinados patrones de comportamiento que consideramos negativos como la adicción al sexo, a las redes sociales, a internet... o a la comida.
Algunas personas no solo se identifican, sino que se definen a sí mismas como adictos al móvil, al azúcar o al chocolate. Pero suele hacerse como una forma de expresar lo mucho que les gusta sin pretender comunicar un verdadero problema.
Porque cuando la adicción es real, suele ir acompañada de estigma social como sucede con todas las enfermedades mentales. Mientras que la adicción a sustancias como el alcohol, la nicotina y otras drogas si que esta reconocida y tipificada, para la adicción a la comida, la comunidad científica no ha llegado a un consenso.
Una parte de la comunidad científica considera que hay evidencias suficientes como para afirmar que existe la adicción a la comida, e incluso se han desarrollado test o cuestionarios psicológicos para evaluarla. Varias razones apuntan a que, efectivamente la adicción a los alimentos puede ser una patología nueva, ya que presenta similitudes con otras adicciones:
- Cambios biológicos basados principalmente en modificaciones del circuito de recompensa cerebral. Los alimentos muy palatables, como los ultraprocesados. Aunque la ingesta de alimentos y el peso corporal están bajo regulación homeostática, cuando alimentos altamente sabrosos disponibles, la capacidad de resistir la necesidad de comer depende del autocontrol. Cada vez hay
más pruebas de que la interrupción de la homeostasis puede afectar los circuitos de recompensa y que el consumo excesivo de alimentos gratificantes puede conducir a cambios en los circuitos de recompensas que resultan en una ingesta compulsiva de alimentos.
- Cambios de comportamiento: recaídas o incapacidad para parar de comer. La Escala de Adicción a los Alimentos de Yale se ha desarrollado para medir el comportamiento alimentario similar a la adicción en base a los criterios de diagnóstico para la dependen- cia de sustancias de la cuarta revisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). Actualmente no hay conclusiones científicas que avalen estas afirmaciones. Cambios psicológicos: pérdida de control, preocupación por la comida.
Sin embargo, no está tan claro que sea una patología nueva, porque varias de estas características se presentan en algunos trastornos de la conducta alimentaria menos conocidos que la anorexia y la bulimia ya incluidos en los manuales de diagnóstico utilizados. Es el caso del trastorno por atracón, el síndrome de ingestión nocturna de alimentos o la hiperfagia en alteraciones psicológicas, en los que pueden reconocerse patrones anómalos de ingesta que cumplirían con algunos de los criterios de las adicciones: episodios
recurrentes de alimentación compulsiva en cantidades elevadas pérdida de control, malestar posterior, ingestas excesivas en respuesta al estrés...
El término “adicción a la comida” apareció por primera vez en la literatura científica en 1956, pero desde 2009 las publicaciones sobre el tema han crecido exponencialmente.
Las revisiones sistemáticas más recientes están de acuerdo en que no hay acuerdo: el concepto de “adicción a la comida” no está establecido todavía y es prematuro considerarla nueva patología, aunque la evidencia sugiere que algunos alimentos, especialmente los ultraprocesados, tienen mayor potencial adictivo.
Las técnicas de neuroimagen, que permiten ver “en directo” los cambios que se producen en el sistema nervioso central, han encontrado que las drogas de abuso y la comida producen respuestas similares en áreas cerebrales relacionadas con los circuitos de re- compensa.
¿Permite esto concluir que la comida desencadena una adicción como lo hacen las drogas? En absoluto.
Primero porque, como nos indica esta revisión sistemática, los estudios con animales solo son el punto de partida de la investigación científica, y los resultados que relacionan determinados alimentos con el desarrollo de comportamientos adictivos, no se han replicado en humanos.
Y sobre las imágenes que muestran la actividad de las áreas cerebrales ante distintos estímulos (drogas o alimentos), este metaanálisis indica que las drogas actúan sobre los receptores del circuito de recompensa , los mismos receptores que producen las sensaciones placenteras relacionadas con la comida o con el sexo. Pero solo porque las drogas y la comida activen las mismas áreas cerebrales, no implica que los alimentos produzcan dependencia; es una respuesta natural para perpetuar un comportamiento necesario para la supervivencia. Para hablar de adicción tendría que darse una reacción anormal, que no aparece.
Para finalizar, no se puede ignorar un hecho diferencial importante respecto a los alimentos y su ingesta: en las adicciones conocidas la sustancia o el comportamiento adictivo son prescindibles y pueden evitarse, pero esto no es posible con la comida. Los alimentos son indispensables para sobrevivir.
Parte del tratamiento de la persona que sufra alcoholismo, ludopatía o dependencia de una droga consiste en evitar la sustancia y controlar el entorno.
Esto no puede hacerse con los alimentos: la persona “adicta” (si es que se puede aplicar el término) va a tener que seguir relacionándose con la comida toda su vida.
FUENTE: Beatriz Robles Martínez - EL PAIS | NUTRIR CON CIENCIA