Las dificultades para mantener una dieta correcta y los problemas nutricionales son una complicación habitual de los pacientes con cáncer durante el tratamiento pero también una vez éste ha finalizado con éxito.
A las alteraciones generales inducidas por la neoplasia se suman los efectos locales de la misma, especialmente en los tumores del tubo digestivo, y los efectos secundarios de la cirugía, quimioterapia y radioterapia que, en muchas ocasiones, dificultan o impiden la alimentación oral del paciente. Por ello la valoración sistemática del estado nutricional y el control periódico del peso deberían ser una práctica regular en todos los pacientes con cáncer.
Los problemas más frecuentes que requieren modificaciones en la dieta son producidos por los efectos generales del tumor (falta de apetito, cambio en el sabor o el gusto de los alimentos o sabor metálico), o los efectos secundarios del tratamiento (náuseas, vómitos, diarrea, inflamación de las mucosas, sequedad de boca).
Los tumores de cabeza y cuello y del tubo digestivo con frecuencia producen problemas funcionales locales con dificultad para tragar los alimentos. En otras ocasiones, la cirugía modifica la anatomía de la orofarínge o del tubo digestivo, causando problemas específicos en la alimentación. Todas estas situaciones requieren modificaciones y cambios en la dieta.
Idealmente debe intentarse la alimentación oral con alimentos naturales para mantener satisfactoriamente el estado nutricional; sin embargo, y en ocasiones los pacientes no disponen de la información necesaria para lograrlo.